domingo, 25 de noviembre de 2012

¿Son culpables los alumnos de lo que les pasa cuando son víctimas de bullying y ciberbullying?

Temas tan controversiales como Bullying y Ciberbullying enfatizan el perfil característico, personal y preciso acerca de quienes participan en dichas situaciones, acosador, víctima y espectador.

Algo de lo que puede estar pasando en los Centros Educativos y que pasa desapercibido para muchos...!
             Olweus, 1993 Pellegrin, Bartini y Brooks, 1999; Salmivalli y otros, 1996; Schwuartz, Dodge, Pettit y Bates, 1997 enmarcan las características más frecuentes observadas en los alumnos que acosan a sus compañeros, destacando;
*      Una situación social negativa, aunque cuenta con algunos amigos que le siguen en su conducta violenta;
*      Una acentuada tendencia a abusar de su fuerza (suelen ser físicamente más fornidos que los demás), en particular de sus víctimas;
*      Son impulsivos, con escasas habilidades sociales, con baja tolerancia a la frustración, y con dificultad para cumplir normas;
*      Unas relaciones negativas con relación a los adultos y un bajo rendimientos, problemas que se incrementan con la edad;
*      No son muy autocríticos, por lo que cabe considerar el hecho observado en varias investigaciones al intentar evaluar la autoestima de los agresores y encontrarla media o incluso alta, lo que recae en que no tienen problemas con su autoestima;
*      Una fuerte necesidad de dominar y someter a otros compañeros y salirse siempre con la suya;
*      Son impulsivos y de enfado fácil;
*      No muestran ninguna solidaridad con los compañeros victimizados;
*      A menudo son desafiantes y agresivos hacia los adultos, padres y profesorado incluidos;
*      A menudo están involucrados en actividades antisociales y delictivas como vandalismo, delincuencia y drogadicción.
Entre los principales antecedentes familiares, suelen destacarse:
*      La ausencia de una relación afectiva cálida y segura por parte de los padres.
*      Tienen una gran necesidad de poder y de dominio; parecen disfrutar teniendo el control y sometiendo a los otros.

*      Considerando las condiciones familiares en las cuales muchos de ellos han crecido (Olweus, 1980, 1993, en Olweus 2010), es normal suponer que han desarrollado un cierto grado de hostilidad hacia el entorno; estos sentimientos e impulsos pueden hacer que encuentren satisfacción en hacer daño y provocar sufrimiento a los otros individuos.
*      Fuertes dificultades para enseñar a respetar límites.


*      Hay un componente claro instrumental o de provecho en su comportamiento. Los acosadores a menudo coaccionan a sus víctimas para que les proporcionen dinero, pitillos, cerveza y otras cosas de valor. Además, es obvio que su comportamiento agresivo se ve recompensado en muchas situaciones en forma de prestigio.

Olweus,( 2010); señala algunas características frecuentes observadas en las víctimas pasivas (sometidas)subrayando;
*      Son prudentes, sensibles, callados, apartados y tímidos.
*      Son inquietos, inseguros, tristes y tienen baja autoestima.


*      Son depresivos y se embarcan en ideas suicidas mucho más a menudo que sus compañeros.
*      A menudo no tienen ni un solo buen amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus compañeros.
*      En el caso de los varones, frecuentemente, son más débiles que sus compañeros.
Y de las víctimas acosadoras o acosador – víctima son;
                
*      Seguir una combinación de patrones de inquietud y de reacciones agresivas.
*      Tener a menudo problemas de concentración y tener dificultades lectoras y de escritura.
*      Comportarse de forma que pueden causar irritación y tensión a su alrededor.
*      Ser en algunos casos hiperactivos.
*      Ser frecuentemente provocados frente a muchos de los demás estudiantes, lo que trae como resultado reacciones negativas por parte de una gran parte del alumnado, sino de toda la clase.
Características que contribuyen, muy probablemente, a hacerlos víctimas de acoso escolar.
 
 Se considera que es durante la adolescencia cuando se captan, asimilan, reconsideran y refutan ideas filosóficas, religiosas, sociales y políticas; siendo proclive a cambios de creencias y de opiniones, puesto que este es un periodo caracterizado por la búsqueda de identificaciones en los planos de las opiniones mismas, de las estructuras cognitivas y de los sistemas ideológicos. Por lo tanto, los adolescentes tienden a construir utopías que en cierto modo justificarían los modos de actuar tanto como agresor; y víctima. Con tal perspectiva, el sistema de opiniones y creencias dejo de estar fundado sobre un orden de valores que determina el comportamiento de individuos, grupos, clases sociales y sociedades enteras. Agregándose cambios psicofísicos y funcionales relevantes en el sentido de una ruptura con el estilo de vida infantil. Por tanto la consistencia de la conducta corre en paralelo a la rebelión contra los principios morales heredados de los adultos, en donde influyen distintos mecanismos para deformar la personalidad. Según Rozenel -Domenelia, Fernández- Cárdenas (2011), en las últimas décadas ha habido muchos cambios en la sociedad y en la forma en que se constituyen a las familias.  


            Por apego se entiende el interés insistente en mantener proximidad aún bajo situaciones no estresantes, con una o pocas personas seleccionadas. Implica utilizar a estas personas como una base segura para explorar los entornos desconocidos, monitoreando constantemente la accesibilidad física y psicológica de las personas que funcionan como figuras de apego y que juegan un papel importante como un refugio de seguridad en momentos de alarma.
El apego es el espacio que le proporciona al infante los mecanismos (la capacidad de mentalizar los estados mentales de los otros y de uno mismo y la habilidad de usar la atención para autorregular las emociones y la conducta) necesarios para desaprender la agresión. (Lecannelier, 2010).

Ahora bien, la escuela al ser un ámbito cotidiano en el que los jóvenes interactúan permanentemente, no queda ajena a motivar y sustentar ejercicios violentos. Por lo que se considera que el ámbito escolar refuerza, directa e indirectamente situaciones de violencia que refuerzan las conductas y actitudes del los alumnos, en el momento que no establecen reglas y lineamientos para el fomento de una convivencia armónica al interior de la comunidad escolar. O bien desvía la atención a dichos problemas, en la falta de disposición para intervenir o prevenir situaciones de conflictos violentos entre los actores de la institución.

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